La primera noche...

Propuso salir de la ducha sin darle mucha importancia a mis palabras y yo, le hice caso.
Salí de la ducha precediendo a Rei, fui a coger la toalla para secarme y me abrazó de nuevo. Se sentía tan bien... tan caliente y tan a gusto... No quería apartarme de él nunca pero el tiempo premiaba... y tenía que vestirme o me resfriaría, y él también. D...déjame secarme al menos... ¿No? Sonreí, feliz y algo juguetón. Pasé la toalla blanca por mi pecho secando las gotitas que lo cubrían y me la coloqué en la cintura. Espera aquí. Te traigo una. Fui a por una toalla para Rei, una de las grandes pues él era bastante más alto que yo... Volví al baño y se la di, para que se secara.

Se separó de mi sonriendo y feliz. Esperé a que buscara una toalla grande de pie en la alfombrilla de fuera de la ducha y me rasqué el tobillo mojado con el pie haciendo equilibrio. Al rato, volvió con una toalla de playa, ya que mas grandes no tenía y me la llevé a la cintura sin secarme el pelo ni el pecho.
Déjame anda... dije riendo agarrando la toalla que cubría su cintura y estirando de ella.
Comencé a secarme el pelo con la toalla que el había estado usando en su entrepierna y le besé acariciando sus labios con los míos despacio volviéndome un adicto a esa sensación que sentía cuando lo hacía.

Me quitó la toalla de la cintura y me besó sin dejarme tiempo a reaccionar. Puse las manos en su pelo y junté más nuestros labios, lascivo y lujurioso, saboreándolos tanto como mi cuerpo me lo permitía. Estaba desnudo otra vez pero, sinceramente, me daba lo mismo, ya me había visto varias veces así, no tenía vergüenza. Trae mi toalla, pervertido... Le arranqué la toalla de las manos y terminé de secarme el pelo y lo poco que se había mojado otra vez de mi cuerpo. Tiré de la toalla que llevaba él a la cintura, jugando sonriente mientras salía corriendo del baño, semidesnudo.

Note como sus manos se internaban en mi pelo mientras le besaba. Correspondí a su beso lujurioso sin darme cuenta de que me estaba quitando su toalla de la cabeza. Antes de que me diera cuenta, me había robado su toalla y se la había enroscado en la cintura. Vi su mirada divertida y le sonreí dulcemente. Me arrancó la toalla sin piedad y comenzó a correr por el apartamento. Sonriendo, le perseguí y le abracé por la cintura retomando mi toalla.
Cazado declaré mordiendo su mejilla afectivamente.

Sonreí mientras salía corriendo hasta mi habitación sin darme cuenta de que me quedaría atrapado, pero parece que él si se dio cuenta y me abrazó por la cintura robándome la toalla que yo antes le había arrebatado. "Cazado"... ¡Como si fuera un ratón y él fuera un gato! Grrr.... Odio ese tipo de metáforas. No soy ninguna presa que se caza. Creo que eso se reflejó en mi rostro cuando me mordió la mejilla pero me deshice al notar sus labios tan cerca y olvidé mi enfado.
Vístete... Susurré mientras me deshacía de su abrazo y me acercaba a mi armario, para coger algo de ropa.

Puso mala cara en cuanto le abracé por detrás. Creo que se enfadó por haberle mordisqueado la mejilla. Le sonreí de oreja a oreja dulcemente pidiéndole perdón por el motivo por el que se había mosqueado y le atraje un poco mas a mi. Él se deshizo de mi abrazo y se acercó al armario para coger sus ropas.
Me senté despacio en el borde de su cama y le miré mientras el buscaba la ropa en el armario. Resoplé aliviado. Mi auto control me estaba permitiendo no ir a abrazarle por detrás y volverle a hacer el amor. Creo que me sonrojé en ese momento porque cuando Genis se giró para enseñarme una camisa me miró algo extrañado.

Busqué algo un poco... un poco provocativo, algo con cremallera o con botones... Y encontré una camisa. La saqué del armario y se la mostré a Rei... Pero estaba rojo.
¿En qué estaría pensando? Será pervertido... Seguro que estaba pensando en algo obsceno.
Saqué la camisa y me la puse sin desabrocharla, ni siquiera le pregunté si le gustaba ya que parecía embobado en sus seguramente impíos pensamientos. Busqué unos pantalones ni muy cortos ni muy largos ya que no hacía mucho calor y encontré unos azules celeste que combinaban con mi camisa. Me los calcé de un movimiento y salí de la habitación en dirección a la cocina, esperando que se vistiera, sin darme cuenta de que no tenía ropa.

Me quedé sentado en el borde de la cama sin saber que hacer mientras se vestía. ¿Que ropa me iba a poner? Me quedé de piedra cuando vi que salía de la habitación sin reparar en mi desnudez. ¿Acaso quería que estuviera desnudo todo el tiempo? Me sonrojé de mala manera. No sabía que clase de extraños pensamientos debía de tener aquel pequeño ninfómano.

Llegué a la cocina y tomé un pastelito de chocolate entre mis manos. Se veía tan dulce... Me acordé de Rei. No tenía ropa. Oh, mierda.
Fui a la habitación a ver si continuaba desnudo y así era. Suspiré. Lo siento. Dije. No me había acordado de que no tenía ropa... Yo tenía algunas prendas un poco más grandes que mi talla, de mi padre, que me dio mi hermana cuando vine a vivir aquí, para cuando creciera. Subí a la parte alta del armario donde tenía aquellas ropas y bajé la caja donde estaban guardadas.
Pruébate algo de esto. Le dí la caja, un poco sonrojado ya que estaba desnudo y no había pensado en nada obsceno hasta que me fijé un poco mejor...

volvió al rato disculpándose. No pude evitar reírme un poco. La verdad, mi vecinito era una autentica monada andante. Le sonreí con dulzura cuando bajo con una pequeña caja del desván y la puso mis pies.
Me sonrojé. A escasos centímetros de mi miembro, la cara de Genis estaba completamente roja. Evitando cualquier situación sexual de nuevo, me levanté un poco agarrando la primera camiseta de la caja. Era de manga corta, negra y con una capucha. Parecía una sudadera, pero la tela era mucho mas fina. Sin pensar, me la puse por encima y me tapé la mitad del miembro con ella para no incomodarle.

Cogió una camiseta de manga corta con capucha. Bueno, no le quedaba demasiado mal. Al menos tapaba un poco de su miembro... Su...Me mordí el labio, casi inconscientemente, y ahora sí noté que estaba muy sonrojado. Miré la caja y le di unos pantalones piratas amarillos y negros, para que se los pusiera, combinando con sus ojos y su pelo.
Me quedé en esa posición, pensando en cosas... bueno, cosas no muy puras, con unas irrefrenables ganas de besarle, mirando al suelo. ¿Esta sensación es lo que llaman amor? Le necesitaba, necesitaba sus labios y su tacto... necesitaba sus palabras y su sonrisa... necesitaba sus ojos y su aliento... Estaba ardiendo, mi cuerpo ardía debido a mis pensamientos. Le maldije entre susurros. Me estaba haciendo sentir cosas que nunca había sentido y no me gustaban los cambios...

Miré como se mordía el labio despacio y como miraba el resto de mi miembro que sobresalía de la camiseta. Agarré corriendo los pantalones que me tendía sin mirarlos siquiera y sin importarme el echo de que no llevará ropa interior. Si no buscaba una manera de desviar nuestros pensamientos acabaríamos haciéndolo por tercera vez. Me puse de rodillas enfrente de él y roce sus labios despacio con los míos.
Me tengo que ir... anuncié despacio.

No debí de ser muy disimulado pues se puso los pantalones sin ponerse ni siquiera ropa interior y a la velocidad del rayo.
Se puso de rodillas delante de mí y me besó. ¿Leía mis pensamientos o qué? No sé como lo haría pero siempre conseguía lo que yo quería y eso me agradaba mucho...
No te vayas aún... Por favor... Contesté prácticamente sin pensar, suplicando un poco más de aquella miel que me daba en forma de beso, tan dulce... tan...adictiva...
Le cogí del pelo de su nuca, con fuerza, enredé mis dedos en él y metí la lengua en su boca, directamente, sin preámbulos.

Me suplicó que me quedará a escasos centímetros de mi cara. Antes de que pudiera contestar, hizo presión con sus labios contra los míos y me agarró la nuca atrayéndome hacía el de golpe.
Anonadado, continué el beso abrazándole fuerte y sintiendo como enredaba sus manos en mi cabello mientras yo le acariciaba la espalda y jugaba despacio con su lengua.

Me abrazó despacio, mientras yo jugaba con su lengua, poniéndome cada vez más rojo y excitándome cada vez más. A este paso acabaría agotado del todo, lo haríamos otra vez. Ya estaba cansado de antes pero si lo hacíamos de nuevo acabaría tan cansado que no me podría levantar. De todas formas continué un apasionado beso sin desperdicio, atrapando sus labios entre los míos, tomando un poco el control y sacando mi escondido "lado seme". Me aparté despacio y le miré a los ojos, sonriendo. ¿Te quedarás un rato más conmigo...? No se podía negar tras esto...

De repente me sentí incomodo. Genis se me tiró encima intentado controlar él el beso e intentando dominarme. Aquello no me gustó, odiaba ser el dominado. Me aparté despacio para que no se enfadará y respondí a su propuesta de quedarme.
Tengo que estudiar dije despacio acariciándole la mejilla. Volveré mañana a verte prometí besandole la frente despacio y levantándome.

Pero hasta mañana queda mucho tiempo Repliqué, un poco molesto ya que no conseguí nada con el beso.
Quería que se quedara de verdad y tenía que pensar en algo para que no se fuera... o volviera antes. Se me ocurrió algo, no sé si funcionaría...Estudia conmigo... Yo también debo estudiar...Y no me vendría mal una ayuda de vez en cuando... Puedo subir mis libros a tu casa... y estudiamos allí, los dos juntos... Por favor... Supliqué, con toda la ternura que pude, sin apartarme de sus brazos, incluso juntándome un poco más.

Miré a otro lado y pensé en la posibilidad de llevarle a mi casa. La verdad, aun que fuera un maniático del orden mi casa estaba completamente desordenada. Durante los días anteriores había alojado mis primos y ellos lo habían destrozado todo.
Ven dentro de media hora ¿vale? dije despacio besandole de nuevo y acariciando su coronilla con cuidado.
Me levanté despacio y me dirigí hacia la puerta de la habitación.

Media hora... media hora que se me iba a hacer realmente eterna... Bueno, ¿por qué no?. Acepté. Me besó unos instantes y se levantó yendo hacia la puerta de mi habitación.
Le seguí despacio y le ofrecí un poco del pastel de chocolate que estaba en la mesilla que precedía la puerta de mi habitación desde fuera, tras darle un mordisco.
Me pareció extraño que lo rechazara pero bueno, más había para mi. Salió de mi casa despidiéndose con un pico rápido y subió las escaleras en dirección a su casa.
Cerré la puerta de mi casa y me terminé el pastelito. Bostecé y me tiré en mi cama, removiendo los recuerdos de las últimas veinticuatro horas...